Realidad y sanación Kármica

La realidad que vives y cómo la sanación kármica te ayuda a ir transformarla

Considerando que somos seres multidimensionales, no solo compuestos de un cuerpo, de una mente pero también del alma, podemos asumir que nuestra alma ha transitado a través de los tiempos y de las diferentes encarnaciones.

De la misma manera que nuestros traumas, recuerdos dolorosos, conflictos y emociones de la infancia, quedan guardados en nuestro inconsciente, las experiencias vividas, que no supimos afrontar en vidas pasadas, también quedan guardadas y nos condicionan en nuestro sentir y a la hora de afrontar nuestras circunstancias.

Aquí es donde entra el concepto del karma tanto propio como familiar, el karma que nos corresponde está presente y nos influye en nuestras vidas y en nuestra realidad. Es algo pendiente que se presenta a nosotros en nuestra vida para que lo podamos atender, comprender, perdonar, liberar y terminar de hacer el aprendizaje correspondiente. No es ninguna fatalidad, en corto, se trata de las experiencias pasadas de dolor, sufrimiento y otros sentimientos que consideramos negativos que no supimos afrontar y superar. Más que superación es la consecuencia de no haber conseguido hacer el aprendizaje que nos habíamos propuesto en esa encarnación.

En mi caso, el karma familiar heredado de mis antepasadas influyó mucho en los primeros años de vida de mi hijo. La memoria del miedo a perder los hijos era uno de los aspectos que me impedía vivir la maternidad, con tranquilidad y alegría.

La sanación kármica, a través de una lectura en Registros Akásicos, me ayudó a comprender lo que vivía. Prácticamente en cada generación de mi árbol genealógico del lado de mi madre, hubieron muertes de hijos muy pequeños, generando memorias de mucho sufrimiento y miedo a que pueda
volver a ocurrir. Esta información se fue pasando de madre a hija y de hija a la siguiente generación. En muchas familias se ha vivido este tipo de pérdidas, pero lo que determina es el cómo las madres lo vivieron, lo afrontaron y qué aprendizaje llegaron hacer o no de estas perdidas. Recibir esta información, me ayudó a ver que el dolor se había ido sumando, además de la incomprensión dando lugar a ese gran miedo que me hacía imposible vivir la maternidad, de otra manera que atemorizada. Luego el hacer el proceso de reconciliación, me permitió liberarme y liberar al clan familiar de esta información. La aceptación del aprendizaje que había detrás de vivir esta experiencia de gran miedo, liberando el dolor propio y de mis antepasadas, pidiendo perdón, perdonando y perdonándome, me permitió empezar a vivir la maternidad con más confianza y tranquilidad. Este proceso dio lugar a una transformación en mí, por fin podía ver lo fuerte, capaz y saludable que era mi hijo para enfrentar la vida que estaba empezando. En definitiva un gran alivio y cambio de sentir, de vivir y afrontar las situaciones en relación a mi hijo, aportándome paz y seguridad en mi rol de madre.